jueves, 24 de noviembre de 2011

La salud del ser humano, de todo el ser humano, fue el signo que Cristo eligió para manifestar la cercanía de Dios, su amor misericordioso que cura el espíritu, el alma y el cuerpo. Queridos amigos, que éste siempre sea el punto de referencia fundamental de todas vuestras iniciativas: el seguimiento de Cristo, a quien los Evangelios nos presentan como «médico divino». Benedicto XVI a los miembros del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud.